Este relato pertenece a la cuarta ronda de Blogs Colaboradores
El cuchillo había resbalado de mi mano sudorosa…
Cerré mis ojos y esperé el dolor provocado cuando
aquel Dani tan diferente al que una vez había conocido me mordiera. Más aquel
dolor nunca llegó, pues en su lugar oí un gran estruendo haciéndome agachar de
pronto para evitar el impacto.
Todo quedó en silencio durante un momento que, quizá
tan solo fueron algunos segundos, un par de minutos quizá, pero que a mí se me
hicieron eternos. Abrí mis ojos lentamente tan solo para ver un gran charco de
sangre y vísceras alrededor del cuerpo descompuesto de Dani, a tan solo escasos
centímetros de mí.
No comprendía nada, ya que yo ni siquiera lo había
atacado y tampoco me había dado cuenta del momento en que alguien más había
entrado en aquella gasolinera, hasta que paralizada en mi lugar como estaba, al
levantar levemente mi mirada pude ver a un chico de cabellos negros como la
noche, ropas desgastadas y rotas, y con unos ojos zafiro que me observaban como
esperando a que dijera algo, o… quizás que me levantara con la ayuda de su mano
extendida, la cual había tardado en percatarme de que estaba ahí.
—Lo has… lo has matado —le recriminé con un leve
tartamudeo y apenas un hilo de voz. Todavía no podía terminar de asimilar que
mi mejor amigo estuviera muerto allí, frente a mí, aunque solo fuera una
versión corrupta y podrida de él.
—No hace falta que me des las gracias, solo acabo de
salvarte la vida —respondió el desconocido con cierto toque de sarcasmo en su
tono de voz.
—Gra... gracias —susurré apenas reaccionando —pero no
debías haberlo matado, era mi mejor amigo, si tan siquiera lo hubiéramos dejado
inconsciente o algo para tratar de buscar la forma de ayudarlo…. —añadí
sintiendo cómo me fallaba la voz, y no solo la voz, sino las fuerzas también
empezaban a mermar. Primero mi madre perdiendo su batalla contra la epidemia,
ahora Dani… No tenía nada que me diera esperanza suficiente para creer que algunos
de mis demás amigos habían sobrevivido.
—¿Ayudarlo? —El desconocido preguntó soltando una risa
amarga. —¿Dónde has estado metida estas últimas semanas, niña? ¿En un bunker
bajo tierra? Ese ya no era tu amigo, era un engendro que ni te reconocía y tan
solo quería matarte. Siento ser tan franco y bajarte de tu nube tan bruscamente,
pero es la verdad —añadió alzándose levemente de hombros. —¿Estás sola?
Me alejé un par de pasos de aquel chico al que apenas
acababa de conocer, ¿a qué venía esa pregunta? Tal vez si le decía que sí,
intentaría matarme para robarme las pocas pertenencias que tenía… pero, por
otro lado, no podía negar que me había salvado la vida, no tenía sentido. Sin
embargo, ¿qué tenía sentido en aquellos días? —Sí, lo estoy —asentí en un
susurro en respuesta. Suponía que si hubiera querido verme muerta habría dejado
que Dani hubiera hecho el trabajo sucio, no tenía por qué salvarme de morir
solo para matarme él mismo después.
—¿Has oído hablar de los “otros”? —ladeó su cabeza un
poco hacía un costado, observando mi reacción con curiosidad.
—¿Los otros? —señalé el cadáver en descomposición de
Dani estallando en cólera. —Teniendo en cuenta de que acabas de matar a uno de
ellos delante de mí, creo que es algo obvio.
—¿Esto? —Se echó a reír, esta vez con una pizca, casi
invisible, de diversión. —Esto no, sino los Otros, los que dicen que vienen a ayudarnos
con todo este desastre. He escuchado por ahí que estarán alojados en lo más
profundo del bosque lindante con Walla y es ahí hacía dónde voy. ¿Qué dices?
¿Vienes?
—¿Alguien que puede ayudarnos? —Lo dudaba, la verdad.
Había pasado demasiado tiempo desde que toda esta catástrofe había empezado, si
el gobierno tuviera un plan para detener todo esto, ¿por qué no lo habría usado
ya?
—Tú eres bastante escéptica y desconfiada para los
tiempos en que vivimos —reflexionó estudiándome —Mira, no sé quién sean, pero
algo sí tengo claro, que, si están aquí para ayudarnos, no pienso morir aquí
sin intentar intentarlo. Por cierto, soy Alberto, ¿vienes conmigo y te cuento
lo poco que he averiguado o simplemente te quedas aquí a hacerle compañía a
eso?
—Oh bueno, discúlpame por ya no fiarme de nadie después de por todo lo que he pasado —repliqué molesta, recogiendo mi mochila del suelo donde se había caído antes y buscando mi cuchillo, mientras reconsideraba su ofrecimiento. A decir verdad, tenía su lógica, me sería más fácil sobrevivir acompañada que estando sola como hasta ahora, además de que podría hablar con alguien y no sólo conmigo misma y sobretodo, y aunque me costara admitirlo, me había venido bien que hubiera aparecido cuando me había bloqueado al ver a Dani en aquel aspecto. —Está bien, voy contigo, pero me cuentas todo lo que sabes al respecto y pobre de ti si esto es tan solo un truco, tengo un arma y sé muy bien como usarla. —le avisé, intentado sonar decidida al ver la punta del cuchillo asomar por debajo del que había sido mi mejor amigo, agachándome para recogerlo y metiéndolo en mi cinturón para tenerlo más a mano por si acaso lo necesitaba de pronto. —Por cierto, soy Lyra, ¿vamos o ya no tienes tanta prisa?
«Continuará»
Me gusta mucho, no puedo esperar a leer la siguiente parte.
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